En un mundo que exige eficiencia, sostenibilidad y rendimiento, el aluminio se posiciona como un protagonista silencioso pero imbatible. Ligero, resistente, conductor… y sobre todo, infinitamente reciclable.
Sí, infinitamente. A diferencia de otros materiales, el aluminio puede fundirse y reutilizarse una y otra vez sin perder calidad ni propiedades técnicas. Esa característica lo convierte en un pilar de la economía circular y en una herramienta clave para industrias que buscan reducir su huella ambiental sin comprometer resultados.
¿Cómo funciona el reciclaje de aluminio?
- El proceso es tan eficiente como poderoso:
- Recolección y clasificación: desde latas y perfiles hasta chatarra industrial.
- Trituración y limpieza: se eliminan pinturas, aceites y recubrimientos.
- Fusión y refinado: el aluminio se funde a unos 750 °C, se purifica y se convierte en lingotes, láminas o piezas listas para volver a la industria.
Este ciclo puede repetirse indefinidamente. Y lo mejor: requiere hasta un 95 % menos de energía que producir aluminio primario desde la bauxita.